domingo

Como Dios manda...

Hace algunos años, me enamoré como una niña que jugaba a ser mujer. Con el paso del tiempo aposté mi vida entera a sembrar, a cuidar y a crecer…, se supone que así es el ciclo.

Con muchísima tristeza me di cuenta que poco a poco, todo en lo que yo creía se iba desvaneciendo y se me escapaba por entre mis dedos... el amor finalmente acabó…

Mucho tiempo la pasé con la daga clavada, con aquella melancolía de los tiempos de bonanza, con la mirada perdida y la sonrisa tan sólo dibujada…

Luego, conozco a alguien. Alguien con un pasado también, alguien que por azares del destino se fija en mí y me doy cuenta de lo equivocada que estaba: no necesito apostar. Las apuestas ahora son parte de un juego; una cena, un libro o un disco quizá. ¿Sembrar? No, para sembrar se necesita mucho tiempo de conocer el terreno que se pisa, aflojarlo y prepararlo para lograr una buena cosecha. Lo único que ahora siembro son actos de amor, miradas que invitan a ser su cómplice, admiraciones y aprendizaje. Hoy creo que, cuidando con respeto mis ideas y las suyas el crecimiento será mutuo; sin papeles, anillos, vestidos…, porque en verdad: le amo como Dios manda…

sábado

Solos contra el mundo (The Bubble)



Esta noche, camino a casa, me desvié un poco para ver qué me ofrecía la cartelera de cine. No había muchas opciones por la hora. La decisión estaba entre “Solos contra el mundo” (Israel 2006) y “Rojo como el cielo” (Italia 2005).

Y que me meto a ver las dos, bueno, primero una y luego la otra...

Si bien, las dos me agradaron mucho; “Solos contra el mundo” fue la primera que vi y de las dos, la que más me gustó...


Cuenta la historia de tres jóvenes amigos, Lulú, Yali y Noam que comparten un departamento en Tel Aviv. Ellos, en un intento de hacer a un lado los conflictos políticos que enfrenta su país, son continuamente criticados porque pareciera que viven en una especie de burbuja, ya que, están dentro de una sociedad que simplemente no comprenden. Noam, después de haber concluido su servicio militar, pierde su pasaporte en punto de inspección israelí, mismo que el buen Asraf, palestino, le devuelve. Se despierta un romance tipo Romeo-Julieta gay, uno israelí y el otro palestino de familia muy costumbrista y ortodoxa.

Es una película divertida, emocionalmente te sacude, es una historia de amor y también una historia donde la identidad sexual juega un rol importante en un país donde la homosexualidad está fuertemente condenada por cuestiones religiosas.

La fotografía no es nada sorprendente ni tampoco los exteriores... (no sé mucho de eso pero el comentario se lee muy acá). Je je

Shalom

A´i les dejo el trailer y luego les cuento de la otra película…

(Ha-buah/The bubble)
D: Eytan Fox.
I: Ohad Knoller | Joe Sweid | Daniella Virtzer | Alon Freidman | Zohar Liba


martes

Rompecabezas

De niña: unicornios y fantasías
demasiada imaginación, decían...

De adulto: historias inventadas
esquizofrenia avanzada...



Cómo hacer a un lado
al tirano del orgullo
de la estupidez y sin razón
al delirio que enardece;
crece y empobrece.


(y todo lo que termine en "eSe")


No quiero decir “lo siento”
porque sí ha sido mi intención
desde el fondo del abismo emerjo
intentando jalar aire,
cerrar los ojos, y saber pedir perdón

Dicen;
que nunca es tarde
Digo;
que ya lo es...

lunes

Lo confieso

Me obligo a confesar que todo lo que escribo es muy malo…, qué se le va a hacer.

Sólo puedo inventarme improvisados versos cursis.
La lluvia me tiene cansada, mi vida me tiene cansada, mis textos malos me tienen cansada.

Debo confesar
que los monstruos del pasado me persiguen
se detienen a un lado mío
y siento su vaho resoplando sobre mi nuca

Debo confesar
que desde niña le temo a la lluvia
como temo al llanto,
a la inundación y a la enfermedad.

Debo confesar
que soy un rotundo fracaso,
que no produzco nada firme
pero, Ah, cómo reproduzco
telarañas de mi mente.

Debo confesar
que me enamoré como enana,
que descubrí a Aute apenas;
y que hacía más de 20 años que no lloraba
con una ridícula canción de amor.

Debo confesar
que mis ojos son de anciana
pues 100 años tengo de vida
resumidos, encapsulados en 36.

Confieso que bebí un par de cervezas
que amé y me amaron
y fui feliz por instantes…
pero tengo un nudo en la garganta
y no puedo gritar, pero lo debo confesar.


Ya para terminar, querido lector imaginario, debo confesar que son los monstruos del pasado, que vienen, se burlan y me dejan sus malas pasadas…

Otro pensamiento...

Sonrío a un pensamiento oculto en tu regazo, te querré besar mientras dejo caer mi blusa con la desesperanza de la soledad que acompañará al final. Desnuda caminaré sobre una nube cristalina amenazante de una lluvia fría pero que arde y se evapora sobre mi piel, como tú, como tus besos. Llegaré al fondo de un abismo, en el cual solo se aprecia la humedad de un abstracto negro profundo, lleno de placeres dormidos, que lentamente irán despertando para ti, donde no tengo boleto de entrada, a donde llegué tarde…

La mañana está por llegar y el día nos despertará desnudos sobre la mar.

Mio

Es completamente mío
el placer de arrullarme en tu vientre
simular paquetes de caricias
que recorren mi sonrisa y la parten a la mitad
con un beso frágil de cristal
en la noche profanada del 28.

El orgasmo es mío
estremecer mis manos al tocarte
humedecer mis labios al besarte
de a poco
hasta el amanecer
para desfallecer y renacer
tibia aún, sobre tu piel…

domingo

Marías...

Sí.

Soy muchas personas en una: puedo ser la amiga, la enemiga, la que llora sin motivo. Puedo ser la solitaria, que brinca de lo efusivo, de la felicidad, del júbilo a la agonía, la que crea y destruye. Puedo ser activa y pasiva, puedo pasarme el día tarareando el ritornelo de la canción más triste del mundo. Mi mente puede tener la capacidad de retener los detalles más insignificantes, pero también puede desechar lo importante; eso es un gran problema que me hace parecer tonta. Pero ¿Quién mide la inteligencia? Acaso, ¿Soy menos inteligente porque no reacciono como lo harías tú, o él o ella? Soy de las que disfruta de las insignificancias como el sonido que emiten las teclas de mi portátil ahora mismo al escribir estas palabras. Amo las palabras raras, las que nadie dice, las que nadie escucha, las extravagantes, las sinsentido, pero también utilizo las palabras rudas, las insultantes, viles y groseras para delinear mis posturas. Puedo ser de las que escuchan, sé hacerlo con mucho respeto y humildad, pero no sé hacerme escuchar. No puedo salir de mi propia escafandra y hacer retumbar mi voz. Soy de las que se vuelven pasionales y profundas en un tema y con facilidad emergen a la superficie, de las que admiran a las bobas que hacen reír al mundo, pero se niega a aplaudir como foca ante ellas...

Soy de las que pocas veces se enamoran, pero cuando lo logran se convierte en una entrega total. La entrega en la que el cuerpo y los sentidos se abren para dar. De las que sueñan que abrazan de noche, de las que escriben versos cursis con el nombre del amado entre líneas. A las que les brillan los ojos de tristeza y aguardiente por cada ausencia de “te amo”, de las que pueden arrojar al vacío el pundonor, de las que un beso lo pueden traducir en obra de arte, y hacerle un monumento al artesano creador de ésta. De las que no creen en el matrimonio, pero que pueden vivir leales como feligreses a uno solo. De las que pueden mirar tiernamente el cuerpo del amado recién duchado y encontrarlo hermoso. Soy de las que no dudan en pedir un recuento de su vida y que me tome del brazo mientras lo hace. Soy de las cursis, que disfrutan las palabras cursis. Y suspiran, y en cada suspiro hay nostalgias. Soy de las que quiere conocer el detalle; cómo toma el café, qué aromas le gustan, mirarle mientras duerme y volver a abrazar. Soy de las que recuerda sus gestos y que pone especial atención a la precisión de sus manos mientras habla. Soy de las que sufre entre cada despedida, pero que le aterra pasar la noche y perder los momentos que a cuentagotas caen justo en su boca como ambrosía.

Soy todas esas personas (y seguramente hay más) atrapadas en este cuerpo de 1.58 quizá sin forma segura, ni personalidad, ni definición, incongruente, inconexa, pero, también soy de las que con suerte al término del día se repiten: hoy fui feliz… y ya.



sábado

Maldita TV


Hoy es sábado… desde que llegué, me la he pasado embarrada en mi cama. Sólo me he levantado para comer y para …, em… descomer.

Uhúm…, ¡un excelente día para mirar televisión!

Pero…

¡Diablos!

¡No sé mirar televisión...!

Buehhh…, ¿No encuentro la complicación en sentarse a mirar televisión? Todos lo hacen…, y sin un manual a seguir…

¿Qué tan difícil puede ser apropiarse el control remoto y cambiarle a los canales hasta encontrar algo de mi interés? Hoy en día hay muchísimos canales, muchísimas opciones. Seguro encontraré algo.

Wooohooo… Ahí voy…



¡!


¿?


¿?¡!

Pues, no encuentro a Los Simpson…

No me interesan los chismes de la farándula…

¡Las películas están ya empezadas!

¡No quiero decorar mi casa!

¡Mi guardarropa lo decido yo!

No se ve nada más que los juegos olímpicos…

…Me empiezo a fastidiar.

¿¡Qué pedo con los canales de música!?... Cada vez están peor…

¿Y los animalitos? (Chale, los animalitos de los ricos viven mejor que yo).

Ya ni los comerciales me emocionan…¡Por dios!

*Enflaca, estás gorda, nuevo dispositivo para disimular la llanta (anuncian una faja horrenda, pero quesque muy cómoda...)

*El video nuevo de Luis Miguel (¡Qué diablos me importa Luis Miguel, ni me gusta Luis Miguel!)

*Una línea caliente para hombres calientes… Ppffffffttt… chicas hablando cachondo

*Cientos de consejos para conquistar a la chica de tus sueños llegarán a tu celular (obvio por una corta)

…, y así puedo seguir y seguir y seguir…

Ya me puse de malas; creo que no sirvo pa´ ver tele… ¡diablos!

Tengo mejores maneras de perder el tiempo sin que:

*Me sujeten a horarios para ver lo que me gusta.

*Haya pasividad o aislamiento de mis opiniones (no puedo ni expresar ni saber qué piensan los demás con base en tal o cual tema, nomás veo)

*La televisión abierta le falte al respeto a mi inteligencia (especialmente, "Tehipnotiza" y "Tusumisión Alteza")

Creo que hoy ha sido un muy mal día para ver tele. Quizá cuando me vuelvan a dar ganas, tenga mejor suerte, por lo pronto, tendré que seguir aguantando que algunos conocidos me miren como si fuera marciano porque desconozco en qué va la novela de las 9, o porque no veo al "galán" que da las noticias todos los días por la mañana. Ni modo, así es esto...

Mejor voy a…, ESCRIBIR ESTA ENTRADA.

(…, y a seguir perdiendo el tiempo)

martes

...la culpa la tienen todos

Agrio el sabor que queda en los rincones de mi boca. Ese sabor amargo, acibarado como el sabor a bilis, sabor a enojo, a hiel, a mal humor. Presa de un mal día, presa de la gente, de la labor; de mí. Presa de mi tendencia a engordar y al mal presagio que mi horóscopo tenía preparado: la Luna regida por Venus; yo que sé de esas cosas pero es más fácil echarle la culpa a los astros, a mi tendencia a la obesidad, a Dios, a mi mala suerte, al olvido, al gobierno, al sistema... al PEJE; a quien se deje por todas las cosas malas que ocurren a diario. El enojo por mi escaso talento, por mi falta de concentración, por mi mala memoria, por mi falta de compromiso, por mi gusto de perder el tiempo, por mi afición de andar sin rumbo descalza, por beber cerveza y comer chatarra, por desayunar-comer y cenar galletas, que incrementan mi obesidad, por mi nihilismo, mi poca fe, por mi nulo interés en los Juegos Olímpicos, por la flacidez de mi abdomen…, por la calavera tatuada que llevo en mi frente a la que esquivo hábilmente a diario.


sábado

Entre aromas a viejo...

Sus hombros se rozaron, uno pedía el permiso del otro para poder librar el paso. No hubo contacto más que el de dos personas que se cruzan sin mirase siquiera a los ojos; como ocurre con los millones de personas de las que no recordamos su rostro; son tan solo seres que comparten las calles, las avenidas, los bares, los parques, las librerías.

Un aroma a viejo era el que destilaban los libros que habitaban el lugar. Libros apilados en estantes viejos; viejos ávidos de manos frescas que se atrevan a recorrer el lomo raído a manera de caricia. ¿Cuántas manos, cuántos ojos habrán devorado las letras aplastadas entre dos pastas duras? Duras como gendarmes, duras como guardianes, como esfinges, dispuestas a permanecer por siglos vigilantes de las letras, para que no escapen y se mezclen con otras. Bien parece que tuvieran vida, un par de manos, de pies, un par de ojos. Ojos como los que sortearon el hombre de gafas negras y la mujer de cabello largo marrón, también con gafas; el momento preciso en el que sus miradas se cruzaron. Un contacto de pupilas escondidas detrás de cristales cómplices de su verdadera identidad. Las miradas expelían fuego, pasión, libido escondida, escondida como sus pensamientos, como su sexo, escondida como sus defectos y manías, escondida como las manos que roban o la vergüenza de saberse descubiertos.

Dos historias, dos vidas se encontraron en aquel sitio que huele a miles de abuelos enfilados. Dos vidas paralelas cuyos ojos lanzaron hilos que se entretejieron en concordancia, y las distancias se volvieron pasos y los pasos a centímetros de dos bocas dispuestas, hambrientas y sedientas. Y el aroma a viejo se difuminaba mientras aparecía el olor del aliento compartido. Un olor suave que invitaba a un beso tierno entre dos extraños rodeados de historias, de ojos que leyeron las historias, de almas observantes, vigilantes, testigos de las caricias prohibidas que secundaron al beso tierno, al beso que mutó para convertirse en unión. Miran a su alrededor y no hay ojos lascivos. Dos extraños que regalan sus cuerpos y se hacen el amor, las ropas no estorban, ni los libros que los encubren. Se aman entre aromas a viejo, a sexo, a la combinación de sus alientos. En el acto dos o tres libros caen para alertarles que no estaban solos, no parece importarles; les importan las dádivas de sus manos generosas a sus pieles encendidas. Encendidos como los hogares que los esperan; pero en ese momento Dios no les dio otra cosa más que sus cuerpos. Nunca apartaron sus miradas. Se hicieron el amor como si ya se conocieran, como si en otra vida hubieran sido amantes, con los mismos destinos, con los mismos recuerdos. Esa memoria nunca quedará en el olvido, o quizá sí.

Sin decir palabra, entre miradas complacientes se dijeron adiós. No se volverán a encontrar, y si lo hicieran; no se llamarían por su nombre. No sabrían como hacerlo pues no conocen ni sus propios sonidos, ya que sus cuerpos se comunicaron sin voz, y se amaron. Se amaron como un hombre ama a una mujer; no como el padre, o como el amigo, o como se le ama al recuerdo. Se amaron como se le ama a la literatura y por amor a la literatura lograron fundir sus almas junto con las almas de miles de viejos que fueron silenciosos testigos, casi cómplices, partícipes de la unión del hombre de gafas negras y la mujer de cabello largo marrón.

jueves

Sólo son palabras...

Ah, las palabras...


Imprescindibles, obligatorias, resanadoras..., conjunto de letras acomodadas: Con voz o sin ella, nuestras aliadas...

Palabras indómitas, palabras lacerantes, palabras que guían y que iluminan. Palabras de amor, de pasión, de dolor, de amargura, de tristeza, de placer..., palabras sabias que transmiten conocimiento. Palabras puras de pensamientos impuros. Palabras que dan forma y sentido a la emoción, a la maravillosa descripción del escritor consumado, o del frustrado que ve en ellas lo que no ve en un par de ojos...

Palabras hábiles, traidoras, envolventes, cariñosas y sobreprotectoras. A veces caen por su propio peso; el peso de la realidad, prescindimos de ellas y son sustituidas por imágenes u otros elementos.
Por el contrario, acompañan, refuerzan y dan sentido y color a situaciones que lo merecen, dan cuenta de nuestros pareceres, opiniones, sensaciones, razones…
Son un estorbo o, en un momento dado, arma arrojadiza, herramientas insustituibles, poderosas aliadas.

Pueblan los horizontes más lejanos, los recodos más recónditos de nuestra alma, los sueños más extraños y fantásticos.
¿Cuántas veces nos hemos encontrado con ellas cuando las hemos necesitado?, ¿Cuántas han definido y puesto en su sitio problemas, ideas, sentimientos, actos que sin ellas se hallaban perdidos, desubicados, en pérdida…?

Son un juego, un complejo e infinito laberinto intrincado, un entramado compacto, un telar grueso que nos cobija y esconde, nos delata y nos arroja al mundo acorazados…

martes

Demencia

Tu mente parece saberlo todo
Trabaja a velocidad
A tu mirada de tintes esquizoides,
no le puedo sostener, insondable
Demasiado penetrante

¿Cuántos habitantes hablan al tiempo?
Murmuran y te aconsejan
¡Gritan; aúllan en reclamo unísono!
Tratas de dormir un poco,
pero los inquilinos nunca duermen
Nunca callan

Tomas desesperado la avenida
y te ha vencido el sueño
Sin reparos cierras la cortina de tus ojos,
balbuceas palabras, unas pocas
Una risotada lanzas
No se callan

Golpeas a tu cabeza contra el suelo,
ahora el llanto de niño que conmueve
Recoges y abrazas a tus piernas
vuelves a posición fetal
Un ligero acuno te calma
No callan

Te detienes un segundo
Llama tu atención el reflejo
de unos ojos acuosos y profundos
los desconoces;
te acercas un poco y te descubres.

¡Ahora eres tú el que grita a voz!
Reclamas y maldices
A los ocupantes usurpadores
aniquiladores, despojadores
A los que no callan nunca
A los estafadores invasores
De tu cordura y razón

Y blasfemas en voz alta
Y el resto del mundo te aparta
desnudas tu pecho
Y condenas, a ellos
A los que no callan nunca…