domingo

sOlEdAdEs E iNcOnGrUeNcIaS...



EN ocasiones ya sumergida en soledad, soledad misma que atesoro, me sorprendo hablando y tejiendo conversaciones para mí, muchas de ellas con base en realidades, muchas de ellas con base en sueños oníricos o en situaciones que me gustaría que sucedieran. Mis conversaciones imaginarias inician en mi mente y poco a poco van tomando la confianza de mi ser hasta que las voy traduciendo en palabras que salen con voz propia y movimientos teatrales dignos de cualquier espacio público.

Me descubro y me incorporo. Atesoro el estar a solas, el leer en voz alta, el soñar despierta, el parafrasear a Capote o a Whitman, el estar en una esquina sintiendo el viento dominical, vivir dentro, mirar personas y tejer historias. Meterme en la vida de los personajes que me rodean y descubrir que están contagiados de una locura peor que la mía, vandálica, ruinosa, aniquiladora. La mía es aceptada, admitida y consumada, -por ende- no destructiva, inofensiva. Porque mi locura es mía, y la asumo, pero mis vecinos no locos jactanciosos de su objetividad, poseen más locura de la que dicen no portar…, todos unos profesionales en el arte de la destrucción, capaces de fulminarte con la más leve insinuación. Lobos feroces, disfrazados de corderos...

Desde niña escribo…, pero siempre lo había hecho para mí. Por vacilación siempre terminaba rompiendo los escritos o acostumbraba dejarlos encerrados en el fondo del cajón más secreto, para que nadie los encontrase y los leyese; y descubrieran la ensoñación en la que me encontraba y me criticasen. No lo podía soportar...

Al paso del tiempo, el gozo, el placer de mi encuentro con las letras, se opacó con la vorágine de mi vida. Me enrolé tempranamente en un mundo que no era el mío. No por ello me arrepiento. Ni mucho menos echo culpas; por el contrario la única infracción siempre la he cometido yo, por mi falta de compromiso, de sensatez, de conocimiento y de curiosidad. Descubrí y me descubrieron. Sin trabajo alguno, mi vida se tapizó de regalos, de viajes, complacencias…, de artículos que sustituían a mis más ocurrentes ideas. A medida de obtener más objetos, más vacía me encontraba. No leía, y si lo hacía, era en momentos de fragilidad, de lucidez…, de llanto y soledad.

Hoy, he descubierto que me le he arrojado a la locura, a las demencias, a la paranoia y a la insensatez, y perfectamente sé que, con el tiempo me cobrará la factura, y al ser pobre en múltiples aspectos, no me quedará más remedio que firmar el pacto de vida a cambio de seguir con esa enajenación, con la barbarie y el disparate de ir en pos de mis pensamientos y posturas; pero que llenarán de calma a mi cuerpo físico.

Me apresto a seguir siendo demente, desequilibrada crónica, lunática sin remedio, chiflada, atolondrada, tonta para muchos tontos, pero singular para unos cuantos receptivos inteligentes que como yo, están a destiempo y fuera de esta amorcillada y corrompida realidad…