domingo

De noche...

Ellos, tenían la costumbre de encontrarse de noche…

A esa hora, en la que todos los gatos son pardos y la oscuridad lo permite todo.  Eran los momentos en los que podían descubrirse, inventarse, tutearse; sabían divertirse y llevar vidas paralelas.  Era en esos ratos de acoplamiento lunar en los que reían, se contaban secretos, bebían café y se hacían el amor salvaje y misteriosamente.

Se enredaban en afectos jamás vistos. Él tenía un nombre y ella se decía Mariela; pero nada era cuestión de datos, sino de encuentros furtivos  llenos de palabras, emociones y expresiones de esa otra parte de la vida que, usualmente, se escapa con la luz del día…