lunes

¿Cómo llegaste?


¿Cómo habrá llegado a mí tu rostro?
Tú escoge:
lleno de flores, de fragancias,
de sabores...

¿Cómo llegaste a mí?
Si tu retrato sólo abarcaba hasta tus hombros...
Si tus ojos me veían a medias
Si tus manos jamás me saludaron...

Quizá todo afloró
flotando por los aires
como el virus que busca un cuerpo
alguien desprevenido
alguien con la guardia baja...

Tus pupilas raptaron a las mías
Tus manos se enlazaron con mis manos
y me llevaste de paseo,
a dar la vuelta en círculos
con tus pupilas fijas en las mías
y mis manos engranadas en las tuyas

En el mareo del vuelo emprendido
con la velocidad y su inercia
ni tus manos, ni las mías
se quieren ya soltar...

El caso es que llegó a mí tu rostro
lleno de finezas
de semejantes sutilezas
con palabras las defino

y en amor quizá, el más divino...

Sueño con olor a pesadilla...


Después de quedarme profúndamente dormida, tuve un sueño muy claro. Yo sabía que era un sueño y ello me tranquilizaba un poco. Mis sueños pueden ser tan reales que al despertar me cuesta trabajo distinguir entre lo que realmente ocurrió y qué fue producto de mi imaginación. Además de que tengo una exquisita facultad para escuchar voces, incluso estando despierta, pellizcando a mi brazo y contemplando fijamente mis manos.

Me miro de pronto tendida en mi cama, inmóvil, lánguida, en desmayo. El color de mis mejillas es casi el mismo de mis labios, un rosa pálido con destellos luminosos. Mi cabello, es como si pareciera que alguien se ha tomado el tiempo de cepillarlo y peinarlo por largas horas -lo noto por el brillo que no le caracteriza regularmente- y hasta peinetas de carey lo sostienen en su lugar. Las pestañas las puedo distinguir rizadas y con un poco de máscara. Nunca he sido de mucho maquillaje, pero al parecer; justo en el momento en el que caí en sueño profundo, era una ocasión especial. Lo adivino por el cuidado en los detalles. Llevo en mi rostro una sonrisa a medio dibujar, y no logro distinguir la expresión de mi semblante, pero se nota mayormente en serenidad, en paz, duermo con placidez, y noto quietud en mi cuerpo. Curiosamente el vestido que porto elegantemente nunca lo he visto, ni recuerdo haberlo comprado, pero luce radiante y ajusta bien mis pechos, define mi cintura y mis caderas esculturalmente. No puedo distinguir mis pies, están cubiertos por algo que quizá es una frazada, alcanzo a tocarlos, tengo los pies helados. No le tomo importancia. Mis manos, descansan muy sutilmente sobre mi abdomen, a la altura del ombligo, con los dedos entrelazados, como si me dispusiera a lanzar una oración.

El ambiente que rodea mi sueño crea una atmósfera en tonos cromo, grisáseos, como tomados en el momento justo del amanecer o al anochecer, cuándo los colores se camuflajean un poco y es difícil distinguirlos. La imagen es acuosa y turbia. Siento estar rodeada de mucha gente pero nadie asoma su presencia así como nadie advierte la mía. Volteo a mi alrededor y se revelan flores, muchas flores blancas pero los aromas que percibo no son de flor, mi entorno huele, y no sé por qué, pero hasta tiene sabor a naftalina.

Un sudor frío me toma por asalto, haciendo que se me congele la sangre, cuando reacciono, ante la imagen de mi misma en posición horizontal, inerte, inmóvil, petrificada; me doy cuenta de que estoy presente en mi funeral, rodeada de personas sin ver a nadie, con un rostro amable y complaciente, con manos dispuestas a orar, y rodeada de flores. En el momento en el que me reflejo en algo parecido a un espejo, caigo en la cuenta de que porto las mismas galas y mis labios sonríen con el mismo tono rosado, la peineta de color pardo levanta la mitad de mi cabello ondulante enmarcando dulcemente mis ojos y mejillas...

Con un sobresalto despierto tratando de distinguir la realidad del sueño. Cuanto más lo pienso menos lo entiendo. En el sueño, extrañamente nunca siento miedo. El miedo viene con la razón, porque temo que al dormir..., ya no vuelva a despertar.

Aunque no creas...

Siento mucho encontrarte como te encontré...

Chapoteando.

Fingiendo que no pasa nada, cuando pasa todo.

Cuando te sientes solo y descuidado.

Cuando olvidaste decir “te amo”, o simplemente no sabes como decirlo sin hacerlo sonar turbio.

Siento haberte encontrado muerto de frío y temblando, en la oscuridad de la calle desierta, bajo un cielo gris

Siento haberte encontrado acostumbrado a la soledad y a imaginar el amor, sin traducirlo en AMOR.

Me duele en el alma encontrarte con las alas rotas y seguir en el intento de volar a sabiendas de no poderlo lograr.

Siento haberte encontrado asfixiado, queriendo jalar una bocanada de oxígeno y teniendo de conformarte con el aire viciado de tu ciudad.

Siento el encontrarte en soledad, lanzando destellos apenas perceptibles gracias al hacedor de luz cansado que hay en tu interior.

Pero, siento felicidad de caminar a tu lado, siempre a tu lado

Paladeando sinsabores del pasado…

Engullendo los sabores del presente…

Preparando los platillos del futuro…

domingo

sOlEdAdEs E iNcOnGrUeNcIaS...



EN ocasiones ya sumergida en soledad, soledad misma que atesoro, me sorprendo hablando y tejiendo conversaciones para mí, muchas de ellas con base en realidades, muchas de ellas con base en sueños oníricos o en situaciones que me gustaría que sucedieran. Mis conversaciones imaginarias inician en mi mente y poco a poco van tomando la confianza de mi ser hasta que las voy traduciendo en palabras que salen con voz propia y movimientos teatrales dignos de cualquier espacio público.

Me descubro y me incorporo. Atesoro el estar a solas, el leer en voz alta, el soñar despierta, el parafrasear a Capote o a Whitman, el estar en una esquina sintiendo el viento dominical, vivir dentro, mirar personas y tejer historias. Meterme en la vida de los personajes que me rodean y descubrir que están contagiados de una locura peor que la mía, vandálica, ruinosa, aniquiladora. La mía es aceptada, admitida y consumada, -por ende- no destructiva, inofensiva. Porque mi locura es mía, y la asumo, pero mis vecinos no locos jactanciosos de su objetividad, poseen más locura de la que dicen no portar…, todos unos profesionales en el arte de la destrucción, capaces de fulminarte con la más leve insinuación. Lobos feroces, disfrazados de corderos...

Desde niña escribo…, pero siempre lo había hecho para mí. Por vacilación siempre terminaba rompiendo los escritos o acostumbraba dejarlos encerrados en el fondo del cajón más secreto, para que nadie los encontrase y los leyese; y descubrieran la ensoñación en la que me encontraba y me criticasen. No lo podía soportar...

Al paso del tiempo, el gozo, el placer de mi encuentro con las letras, se opacó con la vorágine de mi vida. Me enrolé tempranamente en un mundo que no era el mío. No por ello me arrepiento. Ni mucho menos echo culpas; por el contrario la única infracción siempre la he cometido yo, por mi falta de compromiso, de sensatez, de conocimiento y de curiosidad. Descubrí y me descubrieron. Sin trabajo alguno, mi vida se tapizó de regalos, de viajes, complacencias…, de artículos que sustituían a mis más ocurrentes ideas. A medida de obtener más objetos, más vacía me encontraba. No leía, y si lo hacía, era en momentos de fragilidad, de lucidez…, de llanto y soledad.

Hoy, he descubierto que me le he arrojado a la locura, a las demencias, a la paranoia y a la insensatez, y perfectamente sé que, con el tiempo me cobrará la factura, y al ser pobre en múltiples aspectos, no me quedará más remedio que firmar el pacto de vida a cambio de seguir con esa enajenación, con la barbarie y el disparate de ir en pos de mis pensamientos y posturas; pero que llenarán de calma a mi cuerpo físico.

Me apresto a seguir siendo demente, desequilibrada crónica, lunática sin remedio, chiflada, atolondrada, tonta para muchos tontos, pero singular para unos cuantos receptivos inteligentes que como yo, están a destiempo y fuera de esta amorcillada y corrompida realidad…

viernes

Soy toda una experta...



Después de mucho indagar y pensar, casi desolada y defraudada conmigo misma, llego a la conclusión de que sí soy buena para algo…, vaya… al fin… realmente pensé que jamás lograría discernir eficazmente mis escasas capacidades.

Pues bien, como primicia, como informe inédito y sólo para los cuatro lectores de este blog, les diré con entusiasmo lo que María sabe hacer perfectamente y con suma fluidez: ME DECLARO EXPERTA EN PERDER EL TIEMPO

Síiii, pierdo el tiempo con gallardía, con elegancia, con buen gusto y mesura; soy la única persona en este mundo que se arregla con sus mejores galas para PERDER EL TIEMPO. Me visto de joyas y pinto mi cara, arreglo mis uñas y acomodo mi cabello para : PERDER EL TIEMPO.

Me puedo pasar horas mirando la cuarteadura del techo, imaginando, el momento en el que llegó hasta ahí. Imaginando, la vibración necesaria para resquebrajarse a manera de cicatriz. En mi fantasía aparecen hasta los sonidos, pienso en el dolor padecido; la herida quedará abierta hasta que con el tiempo sea debidamente reparada. Imagino el cómo. La acción llega a mi cabeza cuadro por cuadro, milímetro a milímetro, hasta que me sorprendo y reacciono. Pero desgraciadamente para ése entonces ya pasaron varios minutos, horas, incluso.

Lo mismo me sucede con el vuelo del mosquito, que ahora gira en círculos junto a mi oreja, con el afán de desquiciarme, de llevarme hasta la locura, sin saber siquiera, que la locura llegó antes que él, justo en un vuelo similar y disfrazada de mosquito. Me picó ya anteriormente y me contagió sin remedio o cura.

Volvamos al vuelo del mosquito, y a mi eficiente manera de PERDER EL TIEMPO imagino, el momento de la succión, de la alimentación… le imagino posado sobre mi pierna derecha inerte debido al sueño profundo del que ahora soy sujeta. Imagino, el momento en que se aprovecha de mi estado para abusar, para succionar de mí la salvia que para él es vida. Soñando despierta, le miro, le analizo, le observo atenta… Imagino que él voltea hacia mí, con el afán de encontrar mi cara para cruzar frecuencias, inclina su cabeza a manera de agradecimiento y emprende el vuelo y me regala una despedida.

Segura de que satisfizo una necesidad y que yo fui su nodriza, reacciono de nuevo para repetirme una vez más que PIERDO EL TIEMPO de manera alucinante, desesperante… o ¿no?

Me declaro sumamente competente, una experta, una maestra, avezada en el arte de… PERDER EL TIEMPO

...o ¿No?

jueves

El adiós cotidiano


El adiós es más crudo cada vez, cada vez menos soportable. Es como desgarrarse la piel en pedazos. Como, arrancar una a una las uñas de manos y pies. Como jalar con fuerza el cabello y que éste se desprenda del hueso hasta sangrar. Como el cáncer más cruel y devastador en etapa terminal. Como implosión de las entrañas, imperceptible para mis semejantes. El dolor emocional golpea tanto, que con frecuencia me descubro con dolor físico, aquí en mi pecho, cerca del corazón…

Esta sensación de quebranto me acompaña día y noche, noche y día.

Es por ello que prefiero pensar en esa carita que me mira con dulzura, en esos ojos llenos de luz y brillo, de ilusión y de amor. En esa charla de mujer de treinta y tantos a mujer de ocho. Esa coquetería heredada, que te hace lucir radiante con tu sonrisa limpia y pura. Esa capacidad de creer en la voluntad de las personas. En esa lágrima fácil ante cualquier emoción que sacuda a tu ser por completo. La risa escandalosa y la sorpresa ante los detalles. La comunicación ágil con tus semejantes traducida en amor. Esa receptividad que te hace sobresalir de entre la multitud…

En todo eso que no hurtaste, sino lo heredaste para bien… o para mal.

lunes

Tú..., de nuevo


Otra vez soñé con tu cuerpo, con tus manos suaves y dedos espigados dignos del artista recorriendo lenta y amorosamente el mío. Otra vez sentí el calor de tu aliento y de tu respiración, que poco a poco y con el fuego de los besos se va activando, acelerando…, avivando. Otra vez imaginé tu boca susurrando al oído palabras dulces, y el simple contacto de tu soplo hace mágicamente que mis sentidos reaccionen y cada centímetro de mi piel se erice ante el excitante arrullo de tu voz. Una vez más pensé en el beso encontrado en mi cuello; ese beso que se va alargando y engañosamente se junta no sé cómo ni cuándo justo en el centro de mi seno izquierdo. Otra vez anhelé a la par de tus besos húmedos y asfixiantes, a mi cuerpo que, sin querer, se preparaba para ti. Otra vez fantaseé con la oscilación de tus caderas al compás de las mías, siguiendo el paso de las melodías con arreglos inéditos y escuchadas sólo por nosotros, formando parte y siendo cómplices de nuestras fantasías. Otra vez soñé con la maravilla de ser uno solo, de apagar nuestra sed, de saciar nuestra hambre, de controlar el frío y convertirlo en calor, de descubrir miradas escudriñadoras, indagantes ante la profundidad de mi letargo. De ofrendar el corazón, de comer y beber de ti, y entregar mi cuerpo en el ritual…, para depositar los poderes que alumbrarán la penumbra: que sólo una vela y una lámpara son testigos de la maravilla que es amanecer a tu lado.

Otra vez tú y siempre tú…

Siempre tú y otra vez tú, no más un sueño… La más hermosa realidad



domingo

Cuando digo que te quiero

Siempre que te digo que te quiero

Te regalo un pedacito de mí
te regalo libertad y te regalo mi nariz.

Cuando digo que te quiero
me despojo de ropas y aguanto el frío
arranco la piel y te muestro mis adentros.

Digo que te quiero con razón
con la certeza que me brinda el corazón.

Cuando digo que te quiero
mi cuerpo asiente, mis labios te consienten.

Digo un “te quiero”
Incuso cuando callo
Incluso cuando miento...
Cuando te siento dividido.

Cuando digo que te quiero
no es una frase vacía
no es hipocresía
o una palabra sin vida.

Digo que te quiero
con el sentimiento que anhela ser correspondido
con palabras transformadas en latidos

y con la paz de sentirlo sin desvíos...

Cuando digo que te quiero
lo digo con seguridad y timidez
con valor, con cobardía…
porque, eres mi antes y mi después
eres amor queriendo tocar a mi amor.

Digo que te quiero
e intento gritar que existo,
y es mi soledad la que habla
con el instinto de usar palabras,
para darme cuenta al fin

Que no sólo te quiero,
que es un TE AMO

La verdad que hoy le llamo…

martes

Creo en ti


Tengo la imperiosa necesidad de creer en ti. De creer en tus palabras como pasajes bíblicos, como teorías aprobadas sin la necesidad de pasar por el experimento científico. Creo en ti, como si tuviera un detector de mentiras en mis ojos, que al momento de cruzarse con los tuyos la visión es clarita, nítida, limpia..., creo en ti, como en la más bella lectura jamás escrita. Creo en ti como una criatura cree en las palabras de su padre. Creo en ti, como el águila cree en sus alas para volar, como en las palabras nunca dichas. Creo en ti, como el agua que apaga mi sed. Creo en ti, como en tu huella digital, como en que las heridas tienden a hacerse costras y -en ocasiones- no queda marca siquiera. Creo en ti, como que después de una oscura noche, llega la mañana cargada de luz y brisa fresca. Creo en ti, como creo en la seguridad de mis pasos. Creo en ti, como creo en mis lágrimas. Creo en ti, como en el canto de mi corazón, que se había olvidado de la tonada. Creo en ti, como mi cerebro capta la imagen de mis ojos. Creo en ti, como creo en mis secretos.


Creo en ti porque sí, porque así lo quiero...

Creo en ti como al final del día quiero, necesito creer en mí…

domingo

Paciencia

Solicito un poco de paciencia.

Mi vida está un poco alborotada por sucesos inesperados que han ocupado de tiempo completo mis pensamientos...

Hay cambios en puerta, amores que abrazar fuertemente para volar alto y no dejarnos caer jamás...

Volveré prontito con nuevos bríos a compartir mis reflexiones.