martes

Seco












Poquito a muchito o muchito a poquito nos fuimos engarzando; nos metimos en los resquicios del otro. Con la yema de los dedos tocamos nuestros rincones y lo acaparamos todo. Fue tanta nuestra voracidad y tal nuestro ahinco en tan poco tiempo que, a final de cuentas, el denso enramado se fue deshidratando... Quisiera saber qué siente el roble ante estas circunstancias.




Imagen: "Life´s like a tree"

sábado

Instructivo para querer...


Para querer a veces el corazón hace este larguísimo hilo transparente que se empecina en enredarlo y anudarlo todo: un aburrimiento, un dolor, una canción, una última suerte, un último desprecio, una discapacidad, otra piel, un periodo de oscuridad.

Para seguir queriendo hemos de fabricar un barquito de papel que vaya en dirección al viento; unas ganas de morder un zapato; de descubrir la piel y quedarse a observar cuantas miradas se pueden soportar antes de volver a cubrir; desmemorizar sin olvidar; parchar y zurcir; separar sin dividir. Acabo de entender que, para querer sin equivocarse hay que ser natural y lento; todo lo desmemoriado posible; tener todas las mesas puestas para merendar; ser amable y duro; sentarse en todas las butacas antes de que la película comience; desaparecer de pronto; hacer de los silencios el preludio de una bella nota.

Para querer con algún acierto, sería bueno aprender a caminar bajo la lluvia y no temer a los rayos; armar un improvisado equipo de futbol; beber una cerveza a solas en algún bar; tomar un camión sin rumbo; sorprender de vez en cuando por la espalda; contar un chiste. En fin, todas aquellas cosas que nos unen, reúnen y nos acogen sin premeditación…

Y querer, también es decir ADIÓS y desear siempre, lo mejor.

jueves

84, Charing Cross Road



Hace unos días recibí uno de los mejores regalos que me pudieron dar. Se trata de un libro. Un libro que, quizá ha pasado inadvertido, pero para mí (sin mencionar el valor sentimental que le presto), se ha convertido en una de mis lecturas favoritas por el sentido de su contenido.

 Me refiero a: "84, Charing Cross Road", de Helene Hanff.

Son cartas. Cartas enviadas por esta excéntrica escritora estadounidense que, a lo largo de veinte años, le hace llegar al encargado de una librería de viejo ubicada en Londres.

Me identifiqué tanto con el amor que ella sentía hacia los libros, que mientras leía, la imaginaba bebiendo y fumando con ellos, sus compañeros, en los únicos que confió. Creía en sus libros más que en nadie en el mundo. Los sentía adoptados, suyos. Los consideraba como a los hijos que nunca tuvo. Dormía con ellos, siempre la acompañaban; algunas veces los llevaba de sigilo, escondidos en alguna bolsa o bajo sus ropas como protección. Protección contra la bestialidad de afuera, o quizá la suya, a la que más temía, por estar fuera de control. La imaginé rodeada de libros, en el piso, en las cajoneras, sobre la cama, en el buró, dentro de algún cajón, tomando el espacio destinado a otros objetos, quizá ese espacio destinado a algún compañero de piel y hueso (aunque fuera ocasional). A sus libros los conocía por referencia y para referencia, más que por nombre. Los consultaba a todos, llenaba su cabeza de cuentos, historias; le gustaba estudiar.

La imaginé bebiendo alcohol barato, y entre el humo  perdía ganaba el tiempo, tejiendo siempre fantasías, sueños e irrealidades. Se escapaba en la espesura gris del tabaco mientras enrollaba sus cuentos, para después des-enrollarlos de a poco. Perdía la idea entre términos metafóricos que apenas podía entender ya que se decía iletrada la mujer. Quería saberlo todo, y la misma idea de no saber la excitaba, la trastornaba y la tomaba bajo su control.

Pasaba las hojas y las horas leyendo el mismo párrafo sin poderlo entender. Decía que su instrucción era deficiente al no haber pisado una universidad, y por consecuencia a ello se debía su adicción. Le daba por sentirse poetisa, filósofa, cuentista. Quería capturar día a día el estado de su razón. Se echaba a volar en el sueño de sus delirios, era ya casi un ritual.

Esa pasión por el olor, por la tinta vieja, por la espesura del papel, por las anotaciones hechas por otros, por la imaginación, por perderse entre historias, por estudiar a los artífices de esas historias: me parece realmente EXTRAORDINARIA.

Si tienen la oportunidad de leer este sencillo libro, se los recomiendo ampliamente. Ojalá les deje el amor... también a los libros.

lunes

Recortes de realidades


Estamos en el proceso de ubicar ese pedacito de realidad que nos molesta. La realidad que más amamos, la realidad que nos produce las más distintas contradicciones. Esa realidad que nos irrita la piel, que nos deja desarmados, que nos acelera de golpe los sentidos, que nos hace arrodillarnos, perder la calma, evocar a la angustia, a sentirnos como en un examen todos los días. Que nos invita a BUSCAR ese otro cubito de realidad que nos contagie de armonía y nos haga mover las piernas. Que fluya el mal karma que se alojó en los resquicios de las vértebras. Si lo extirpamos de una buena vez, nos sentaremos a observar con mucho cuidado si la sensación vital nos cambia… ¿No?

La Cazadora


A la Diana le gusta salirse a caminar. A caminar por Reforma, a ver si lo llega a encontrar.

Ya déjate de sueños cazadora, a él jamás lo cazarás.

¿A poco quieres cazarlo? ¿A poco se dejaría?

No, Diana, a la que llaman Cazadora; 

jamás se dejaría ni siquiera seducir, 

no será arrastrado hasta tus fauces

jamás se dejaría, ni siquiera besar.

Pensamiento fugaz


De tanto estarte pensando, de repente pensé:

Que pensaba muy poco, muy poquito, pero siempre pensaba en lo mismo, -pensé-. 



Siempre pensaba en ti.

domingo

Mis días en Pátzcuaro

Bueh…

Pues ya estoy de vuelta luego de pasar unos descansados días en un lugar que, a mi gusto, es fantástico.

Si bien, de pronto me ha entrado la loquera de subirme a un camión y alejarme de la ciudad por un rato, nunca lo había hecho por mis propios medios y manejando sola. Y la simple idea, me atrajo. Buen pretexto para pensar ciertas cosas.


Llegué por carretera a la ciudad de Morelia, hice una rápida escala (al baño) y como una hora más tarde llegué a mi destino: Un hotelito de esos ecológicos con apenas 10 habitaciones. La atención del lugar fue de lo mejor, y los inquilinos con los que me tocó compartir, eran realmente muy divertidos. La pareja (envidiable) de adultos mayores enamorados el uno del otro; el grupo de chavos hippitecos, todos metidos en dos cuartos; los recién casados; un par de alemanes simpatiquísimos; una familia con hijos adolescentes; un gringo y una gringa (que no dejaban de tomar fotos) y yo. Hicimos un buen grupo. Por las noches, nos juntábamos en el lobby (si se le puede llamar así), nomás a charlar y beber cerveza. Como yo era la única invitada sola, siempre me tomaron en cuenta para todo.

Caminé hasta que mis pies pedían auxilio, y si el hambre me asaltaba, me acomodaba en algún restorán y pedía la especialidad del lugar. La base de mi alimentación fue pescado blanco y las famosííísimas corundas de maíz. Pero lo que me encantó fueron los postres, el chocolate, y por supuesto, el cafecito…

El viernes fueron las procesiones de Cristo. Por la noche se realizó la “Visita de los siete templos”, pues según la liturgia católica, esa noche Jesús fue tomado preso. Yo no sabía nada de esto y pus ahí voy…

Me encantó la arquitectura de toda la ciudad, como del siglo XVI todo muy homogéneo. Se me hizo especie de utopía en la que todos somos iguales; básicamente sobresalen estos tres elementos: adobe, teja y madera. Visité la Plaza Vasco de Quiroga, la Plaza Gertrudis Bocanegra, la Basílica, la Biblioteca Pública, el Museo de Artes Populares, la Isla de Janitzio (y me faltaron un chorro de lugares). Es un verdadero paisaje ver a los pescadores hacer su trabajo con sus redes (enormes) en forma de mariposa. Tuve suerte, porque cuentan que, ahora es sólo espectáculo ocasional en las celebraciones de Semana Santa y Día de Muertos.


La pasé chidín…


¿Pensé lo que tenía que pensar? Uy sí, sin Internet, NADA es igual...




Intento de conversación entre alguien y María en un café:

Alguien- Hola, ¿eres de aquí?
María- ¿de aquí de Pátzcuaro?
Alguien- No, de México.
María- Claro.
Alguien- Pero eres muy guapa.
María (sorprendida por tanta estupidez)- ¿Y qué, las mujeres de México no te parecen guapas y andas buscando turistas para ligar? Pues ¿qué crees?, soy mexicana y NO he venido a ligar…

Pd. A´i les debo las fotos, no me llevé cámara y las de mi celular las bajé y son un asco, TODAS. Espero que el par de gringuitos que me tomaron hartas fotos me pasen alguna y la pueda compartir.

lunes

Aviso Oportuno



En lo que llega el filántropo, pido licencia para ausentarme un rato. Me jalo hacia Pátzcuaro Michoacán, pa´ reflexionar un poco y ordenar mi cabezota... 

Bonitas vacaciones...