martes

Hablando de detalles

Cuandolascosasnovanacompañadasdeldetalle
massencillooelmasespecificonoscuestatrabajo
entenderlascosasdentrodeunaconvivencia
llevadosporlacotidianidadperdemoselcuidado
ynosdejamosllevarporlosgrandesgestos.

Así como en este texto, en el cual las palabras, por sencillas que estas sean, no van acompañadas de su acento, de su tan celoso E S P A C I O , de su punto y aparte (o seguido); no están sentadas junto a su coma; se hacen bolas las altas con las bajas; obviamente nos da pereza seguir leyendo, y las letras (por mágicas que sean), se convierten en sólo eso: caracteres unidos sin sentido, sin la fuerza necesaria para darle ese chasquido que suene en tu cabeza y te haga despertar del letargo y seguir con la lectura.

Y es que, son los detalles el combustible para convivir con otros. La mayoría de las veces no nos detenemos a observar, no les permitimos que nos cambien, que nos enseñen; simplemente los ignoramos por falta de tiempo, de interés, de paciencia, por escasez de fe.

A final de cuentas, si en un texto cuidar el detalle de una coma, un punto, un E S P A C I O es importante, en el día a día son esos pequeños /grandes detalles los que le arrancan una sonrisa a alguien y…

¿A quién no le gusta hacer sonreír a las personas que quiere?

domingo

De noche...

Ellos, tenían la costumbre de encontrarse de noche…

A esa hora, en la que todos los gatos son pardos y la oscuridad lo permite todo.  Eran los momentos en los que podían descubrirse, inventarse, tutearse; sabían divertirse y llevar vidas paralelas.  Era en esos ratos de acoplamiento lunar en los que reían, se contaban secretos, bebían café y se hacían el amor salvaje y misteriosamente.

Se enredaban en afectos jamás vistos. Él tenía un nombre y ella se decía Mariela; pero nada era cuestión de datos, sino de encuentros furtivos  llenos de palabras, emociones y expresiones de esa otra parte de la vida que, usualmente, se escapa con la luz del día… 

viernes

Feliz día


...MAMÁ (q.e.p.d.)

lunes

Renacer en...

“Cuando me muera y me tengan que enterrar…” quiero renacer en, en… en: ESTRELLA DE CINE (pero de Hollywood). Seré hermooooosa y tendré la piel perfecta, sin una sola manchita (ni pecas, ni cosas raras). Naceré con el cabello largo, lacio y sedoso, sin importar cuál sea mi circunstancia.  Mis dientes serán tan perfectos, que cada vez que sonría saldrán destellos luminosos de mi boca (carnosita, digo yo, ya que estamos en complacencias). Tendré el cuerpo más armonioso; “ni muy muy, ni tan tan”, le dicen. Mis senos serán preciosos y lucirán siempre en su lugar con toda clase de ropa entallada y por supuesto, a la hora de correr. Las estrellas de cine NO mojan la axila, es más, NO SUDAN. Se mojan un poco sensualmente al hacer el amor o cualquier otro ejercicio, pero nunca las axilas. Tampoco van al baño. Los baños son excelentes para la decoración, (o como batalla con agentes-ultra-secretos). Lo mejor de todo es que, como soy perfecta, me toca el galán perfecto. Con una sonrisa casi tan perfecta como la mía, me tomará por mi micro cintura y me besará apasionadamente delante de todas arrancando suspiros de envidia. Nunca moriré; siempre antes del último segundo, me salvaré (con mis senos en su lugar, el maquillaje intacto, y el cabello tan sedoso como siempre). Otro beso apasionado.

 

La cosa es que... emmm... nnno creo que sea MUY inteligente, sólo seré LA figura perfecta, tampoco sabré de cariños, o si de verdad gozaré el sexo y (lo peor), me desvaneceré cuando la palabra FIN aparezca en la pantalla…

 

Creo que mejor voy pensando en otra cosa…

domingo

Hacia el final... ¿feliz?


Haciendo un recuento de todo por lo que he pasado estos últimos años, me puse a revisar en el armario los zapatos y ver cuáles me servirán para andar en el tramo que me falta de vida. Los necesito, porque todavía tengo que caminar bastante y seguramente atravesaré por las mismas sendas, pero ya mucho más preparada, con menos humildad, menos ingenuidad y mucha más experiencia. Eso sí, con una pierna en la realidad externa y una pierna dentro de mí misma. Es momento de soltar los lazos rosas imaginarios, ya sabes, donde piensas que la primavera es perpetua. ¡Qué lugares comunes suelen ocupar mi poco instruida cabeza!

Es ahora el momento justo para comprar el periódico, leer más libros, ocupar mejor las horas, comprarme faldas nuevas y mirarme al espejo con cariño. Buscar a mis hermanos, a mis amigos, volver a preocuparme por no morir, hacer el esfuerzo por ver televisión, ir al cine, cuidar mis bellas plantas, besar a mis hijas, pintar de azul una pared, sembrar rosas, recordar los besos, los buenos modales. Quizá sea bueno ensayar un cambio de peinado, planear un viaje a Europa y pagarlo en abonos. He contemplado la idea de coquetear de nuevo.

Me rehuso a oler a desilusión, me compraré jabones nuevos, tomaré mi pastillita para la ansiedad, quizá le contaré a mis amigos versiones censuradas de mi vida, nadaré kilómetros y mi cuerpo retomará la firmeza de antes…

¿Crees en los finales felices?

Yo sí, sí creo.

Es momento de buscar mi propio final feliz.


miércoles

Con las gafas puestas


Me colocaré las gafas derretidoras de toda realidad obnubilada. Quisiera derretir todo lo que está pegosteado e iniciar un viaje hacia lo difuso. 

Es necesario.  

Voy a escuchar toda la música que pueda encontrar. Sé que muy pronto descubriré cómo, entre nota y nota, la realidad se desvanece y se convierte en magia otra vez. Bailaré con mis pies descalzos entre las flores de colores y naturaleza transformada en psicodelia pura. Beberé muchas copas y sentiré el líquido disuelto en todo. Podré sentir el deshielo y veré cómo se transforman los colores con la luz.

Me desnudaré despacito y cada prenda la pondré en su justo sitio. Luego, después de haber bailado un rato con la piel completamente descubierta,  repararé con pedacitos mis alas, eso sí, teniendo precaución para que estén equilibradas, poniéndolas con mucho cuidado en cada lado de mi cuerpo.

 Más pronto de lo que creo, con mis gafas puestas, habiendo derretido mis miedos y pesares;  habiendo reparado mis alas con trozos de recuerdos; habiendo bebido más de la cuenta;  desdoblaré un vestido nuevo, y me lo pondré aunque nunca use vestidos, en una de esas (y con suerte), está hecho justo a mi medida…