sábado

Hoy

Tus ojos traspasaron los míos de manera distinta,

nos regalamos hermosas miradas largas.

Dejamos el pasado a un lado,
para abrirle una puerta al futuro
que quizá aún incierto es,

pero tapizado de aires nuevos,

envuelto en sensaciones desconocidas.

Hoy tengo ganas de que te aferres a mi cintura
con la fe de no soltarte jamás…

Quiero que seas tú el que me entienda,
el que me quite este traje gris
y me acompañe a soñar despierta.

Hoy, quiero regalarte mis labios,
que los beses hasta deshidratarlos, evaporarlos
y hacerlos comulgar con los tuyos
a manera de experiencia religiosa.

Hoy quiero que escojas ese rincón secreto
para besarlos de nuevo…

una y otra, y otra vez...

¿Hay algo malo en ello?

Hoy, nos dimos caricias etéreas, sutiles
apenas nos rozamos...,
sin embargo escuché un suspiro contenido;
nuestros alientos entrecortados
para mirarnos de nuevo
y descubrir que solos no estamos.

Tragamos saliva y tratamos de reprimir
la sinuosa respuesta de nuestros cuerpos;

el sensual olor del nerviosismo,

el silencio de las palabras,

traduciendo el lenguaje en miradas,

y a ratos hablar para asegurar con voz
lo que para entonces…,

Ya era evidente…

Confirmarnos que...¿?

lunes

Y aun así

..., y aun así me elegiste a mí.

Me elegiste de entre un millón,
algo de mi ser llamó tu atención...,
quizá mis rizos desaliñados,
quizá mis uñas cortas y mordidas...
quizá mi mirada profunda
pero limpia y transparente.

Tal vez mi charla desperdigada
o mi infinita inocencia,
casi virginal.

Las ojeras de desvelo que rodean mis ojos,
o mi nariz redonda, de buen tamaño, apenas respingona,
pero receptiva a tus besos cariñosos.

¿Acaso fueron las sonrisas francas que lanzo
sin ton ni son, como regalo...?

A lo mejor mis hombros salpicados de pecas,
al azar dibujadas con tonos marrones;
que esperan ese gesto
celosamente prometido...

Quizá mis piernas fuertes y torneadas,
que abrazan las tuyas,
apretando, cediendo
con la suavidad y firmeza de una enredadera...

Pero, ¡no hablo francés, ni alemán!
¡no gozo de poderes especiales!
¡ni de dones singulares!
son mis emociones las que guían mi camino
para la desgracia de mis razones.

Con todo esto me recibiste
y son tus ojos los que ahora me miran;
con claridad, ternura y nitidez,
con pinceladas de color...

traducidas en ilusión...

No me elegiste, ni te elegí...

¡TAN SÓLO NOS DESCUBRIMOS!


sábado

Te cuento

Cruzamos miradas,
de esas largas, pausadas, silenciosas.

Nos hicimos de confesiones mutuas.

Conectamos los sentidos desde otra dimensión.

A los dos minutos me gustaste,
mantra te volviste.

Me agradas per sé...

Mirarte se comprende en adicción;

pues mirarte más deseo
y tal es el riesgo concebido en mí,
ya que al dejar mirarte,
mi deseo en mirarte más,

es creciente...


Estamos ahí ambos;
regalando a cuentagotas momentos.


¿Qué sientes al ser objeto del deseo?


Arrojo la carne al asador,
para tatuar tu nombre
Acá en mi epidermis.

Dispuesta para aventarme a volar sin alas

Corremos el riesgo de caer,

pero también de aprender a vivir...

lunes

...de historias

Muy pocas veces he contado mis historias. Tengo 35 años y, haciendo un recuento, puedo decir que si he de morir mañana, tengo la certeza de que he vivido lo suficiente…

Las alegrías de la infancia, una infancia que mirando como adulto; no fue para nada cómoda. En realidad hubo de todo; pero ha sido mi madre quien sabiamente nos ha sacado del fango. Una eterna combatiente. Admirable ella, se enfrentó al señalamiento y estigma de los años setentas. Quizá se equivocó en elegir compañero, quien lejos de ser camarada nos llevó hacia los extremos; a la fortuna y a la pobreza. Mi madre supo levantarse sola al embargo, ese que jamás podré olvidar…

Tendría yo quizá unos cuatro o cinco años. Veíamos televisión. Golpes fuertes azotaron a la puerta. Gente extraña invadía mi casa. Se lo llevaron todo. TODO. Mi cama, mi tele, mi sillón. En ese entonces, ese era mi mundo. Mi mundo se vació. No había mesa dónde sentarnos a comer, no había televisión que ver –quizá esa es la razón por la cual la aborrezco- estaba de moda “El chavo del ocho” y yo con singular alegría lo veía en casa de alguna amiga. Comíamos soya; era nutritiva y barata. Bebíamos “Soya Malt” (sabor que aún me es nauseabundo) Recuerdo ver a mi mamá llorar a escondidas, siempre a escondidas. Frente a nosotros era un roble.

Una infancia llena de carencias, como hasta los nueve años en los que la bonanza entró por la puerta, pero sin duda; es la etapa de mi vida que con más nostalgia recuerdo. Crecí rodeada de árboles y pájaros, qué pensé eran míos, sólo míos. Jugué a lo que quise, en complicidad de mi hermano. Agarrábamos todo tipo de insectos, culebras, trepábamos árboles, corríamos despavoridos por entre los matorrales, nos subíamos de “mosca” en camiones, patinábamos hasta que nos salían ampollas en los pies, me invitaba yo sola a las fiestecillas de la cuadra. Sin duda todos me apreciaban, porque a pesar de todo era una chiquilla simpática, irreverentemente respetuosa. Pero se ve que desde mi nacimiento estoy hecha para no creer en los determinismos.

Sería muy fácil decir que este hecho de escoger la infancia es una manera de escapar a la realidad. No. En primer lugar porque son situaciones que no se nos dan a elegir. Lo que uno elige es la actitud de las condiciones que se nos presentan. Llegué a ser siempre la primera de la clase en los colegios que estudiaba. No obstante, era la hija abrumada por los problemas maternos. Era mi manera de decirle a mamá que todo iba a estar bien.

Desgraciadamente la inocencia termina, cambias, y aunque tu esencia y sencillez siempre son las mismas; tu entorno te enseña distinguir colores en la piel. Aprendes la idea de indiada, chusma, estratos sociales. Cargué todo eso durante mucho tiempo, hasta que maduré (un poco tarde, pero a todos nos llega). Sé que no debo hablar demasiado, al final de cuentas no soy nadie, nunca lo he sido. Nadie me ha querido adular porque no soy nadie. No poseo dones extraordinarios, ni características únicas, ni sabidurías, es decir; soy un personaje común y corriente en la historia, es por ello que no juzgo porque no sabría hacerlo con justicia.

He sabido de riquezas, pero también de miserias. He probado los más exquisitos manjares, pero también he devorado un bolillo duro. Alguna vez tuve joyas; hoy mi tesoro es la libertad. La libertad de pensamiento, de ideas, de gustos…, de conocer el poder de las palabras, del amor.

Quizá amigos míos, todo esto que he contado hasta hoy son sólo historias para el café, quizá todas ellas creíbles, quizá todas ellas mentira…, pero a medida que mis relatos estén llenos de imágenes oníricas, de sueños, de fantasías, mientras más elevada la dosis de alucinación, sin duda alguna; más cerca estoy de alcanzar el poder de la verdad…, MI VERDAD.

domingo

lunes

Una de tantas...


Ella, es una mujer quién después de haber recibido una paliza amanece húmeda de sangre y llanto. Rodeada de basura y sin ánimo alguno de despertar, quiere seguir dormida, segura que tras su muerte él sufrirá. Inicia el día, se siente afortunada de que nadie se enteró del pleito de anoche...

Tras haberla encerrado en una habitación y con la luz apagada comienzan los reproches:

-¿Dónde estuviste toda la mañana?- Le decía

-Desayuné con Elsa, mi amiga, tú la conoces, amor-

-Pero ¿ A Quién le quieres ver la cara de pendejo, estúpida? -

No sabe de otros adjetivos más que de “Puta”, “Pendeja”, “animal”, “inútil” y lo dice con tal aborrecimiento que a ella no le queda más que cubrirse el rostro y llorar sin consuelo. Con toda intención, hunde el puñal en su frágil corazón. El llanto se convierte en el detonante de la ira. Es objeto de todo tipo de puñetazos, patadas... peor que cualquier pelea callejera. Ella, sumergida en el terror asciente a todo insulto con el afán de que mañana volverá la calma y la cotidianeidad se hará presente.

Con el dolor de las entrañas busca todo tipo de accesorios que cubran los moretones que empiezan a aparecer en brazos y piernas. Esconde con maquillaje las marcas en el rostro y en sus ojitos negros, hinchados por llorar hasta que el cansancio se hizo presente y la venció.

La tempesatad ha pasado, finalmente él se cansó de insultar, golpear y gritar. Extrañamente, duerme plácidamente como si hubiese tenido una noche cargada de satisfacciones.

Ella prepara el café y camina con lentitud, casi con dificultad. Encuentra una rosa en la mesita del café y una nota pidiendo perdón. Una invitación al teatro la sucede y quizá algún obsequio costoso. Otra lágrima rueda por la mejilla de esa mujer avergonzada de ser maltratada.
Se niega a confesar de lo que sufre. Hoy está a salvo, piensa...

Una mujer atractiva sin duda, su principal atributo es su simpatía, preparada, podría decir que hasta inteligente con destellos de luz apenas perceptibles.

Sale de casa y la rutina diaria se vuelve sofocante.

-Buenos días- le dice a todo aquel que se le cruza en el camino, los hombres y mujeres se convierten en espectros semidoblados, como robots, que al igual que ella, cumplen tan sólo con una rutina casi condenada.

No sabe hacer más que inventarse actividades, siempre está ocupada. No tiene ánimo de volver a casa, donde sabe, no es su hogar. Dónde sabe, es considerada tonta. Donde no sabe ni planchar una camisa. Donde siempre será mediocre e inferior a las demás mujeres. Donde es ella quien provoca todas las discusiones y termina pidiendo perdón…

De pronto, al salir de casa, y en alguno de esos encuentros fugaces, me la topé llorando. Completamente desencajada, su alma no podía más. Se desplomó ante mi y sólo pude recoger los pedazos de su ser roto, quebrado. Su rostro golpeado no lo estaba tanto como el abatimiento de su mirada, como lo amorcillado de su seguridad. Detrás de la sonrisa esbozada y el saludo que a diario intercambiabamos en el pasillo, se escondía un ser temeroso y frágil, solitario y acongojado.

Esta vez, no me di cuenta de que sangraba. Se cubría el abdomen, hasta con vergüenza, podría acertar. Sus ojos, me pedían auxilio en silencio. Pero nunca habló, nunca levantó la voz.

Siempre calló...

Ella, ella murió, a manos del hombre quien le juró amor eterno. Su verdugo. ¡Qué terrible paradoja!

En el fondo todos lo sabíamos, incluso ella misma, pero nunca habló, nunca levanto la voz. Sin duda, todos somos cómplices, siempre hay alguien que escucha el llanto, siempre hay alguien que presta atención al grito, siempre hay alguien que acerca su oido a la puerta para escuchar mejor a manera de vouyerismo con tintes morbosos...

Ella, nunca quiso denunciar, nunca levantó la voz en señal de protesta…y su voz, finalmente...se apagó.


jueves

Mi mundo...



El aire huele a carne quemada
el oxígeno escasea
el océano se desborda
el calor
la lluvia
tu desinterés erosiona...

Animales se extinguen
de un día a otro, fenecen...
los insectos desaparecen
¡alerta roja!
¡mueren las abejas!
¡los anfibios mutan más!
¡el oso polar no tiene hogar!...

El calentamiento global
está de moda
el sabio desespera
se desalienta,
sufre de abatimiento...

El ignorante pasa de largo
o finge no saber, quizá sabe fingir bien.

La cadena alimentaria cambia
la explosión económica también
los ríos se contaminan,
consumo energético domina...

Que la malaria azota
al pobre, al abandonado, al marginado

Nadie es culpable de mareas negras
de esas manchas que aparecen de un día a otro.
Es fácil cerrar los ojos, bien fuerte
y ser histriones, fantoches fanfarrones...

...Iniciando el día me deprimo
por el mundo que está malo,
le duele el Asia - diría Mafalda...





lunes

Se solicita...


¿Alguien sabe qué tanto es tantito?

¿Alguien sabe qué tanto es una encantadora? y ¿Qué tanto una es fastidiosa?

¿Qué tanto es interés por saber de él? y ¿Qué tanto es acoso?

¿Cuándo es oportuna? y ¿Cuándo completamente inadecuada?

¿Qué tanto es tempestad? y ¿Qué tanto tranquilidad?

¿Cuándo es interés? y ¿Cuándo es mera atracción?

¿Cuándo es hechizo? y ¿Cuándo compromiso?

¿Cuánta paciencia? y ¿Cuanta perseverancia?

...solicito asesoría, un manual de operaciones, un instructivo por lo menos.

Ignorante desesperada. (Y DE LENTO APRENDIZAJE)

Informes aquí