martes

Increible

Hoy en la labor, descubrí que respiraba hondo y despacito, muy atenta para que no se escapara; vigilando mis latidos. Ponía parapetos en ventanas y puertas corporales. Era precioso vivir ese calorcito como de estar en una cama, tapada por las sábanas hasta arriba y cobijas cuando hace mucho frío. Sentía la relajación de un cuerpo feliz y mimado, la caricia aún reciente bien impresa en mis células cutáneas, y la sangre irrigando mis sentidos. En las cuencas de mis ojos seguían alojadas las flores de colores, los dulces de sabores y las imágenes que iluminan el cerebro: había terminado de hacer el amor contigo.

(creo que comeré hongos más seguido)