lunes

Otra metáfora.

Siempre he hablado de mis sueños por volar.

Hablo de mi intento por elevarme teniendo el control, y de lo único que dependo es del viento. Me doy cuenta de que todo está controlado por la velocidad y la constante del aire, sólo que no lo había razonado. Y nada puedo hacer. Tan es así que cuando corremos tenemos que meterle más aire al cuerpo que cuando caminamos despacio. Tampoco había notado que el aire varía en temperatura, de zona a zona; de momento en momento. Frío, templado, caliente, muy caliente; mi piel se empieza a ajar por las variantes. Allá en lo alto, se meten basuritas a mis ojos provocando inundación, los tengo hechos una verdadera miseria. Mi pelo está más enredado, por los cambios en la velocidad y temperatura. No quiero que empecemos a extrañar el piso, porque entonces, sí que sufriré de verdad…

Y nada puedo hacer.