viernes

Reloj, no marques las horas...


Ella vagabundeaba por las calles con la cabeza baja y pensando siempre. Él hacía lo mismo, a diferencia de que llevaba la mirada puesta en el frente, quiero decir, hacia el horizonte. Ella se cansó de caminar y se sentó en uno de esos cafecitos acogedores de las avenidas de la colonia Roma. Él, y por alguna extraña ley de la atracción de los cuerpos (naaah, atraído por el ineludible olor a café), se encontraba en el mismo lugar. Se miraron y se regalaron una sonrisa. Por alguna razón él, le saludó y ella respondió amablemente al saludo. Los ojos de ambos brillaron, eso fue real. Siendo él tan tímido, ella se dijo que había que ayudarlo, tal vez ahí empezó la ansiedad, la enorme necesidad.

Quizá fue el barullo, el momento, la charla, el saberse escuchados, la comunión de pensamientos, el choque de miradas, las palabras, risas… el ensamble perfecto. El lugar donde se gestó la prisa fue en la cabecilla de ella, tan acelerada, tan hambrienta, tan sola y asustada. Se congratuló al fin y se puso una estrellita en la frente. Se dijo que ambos podrían darse toda la ternura, todo el acompañamiento que necesitaban. Cuando él no llamaba, ella completó el acto, cuando él no iba a besarla en la boca, ella tuvo mucha iniciativa. Un día, él la llevó a un parque y hablaron de todo, ella le contó de sus sinsabores, de su inestabilidad e inseguridades. Él le contó pasajes íntimos, de esos que no sabes por qué, pero sientes el calor en pleno proceso de deshielo. Ella sintió "amor" de inmediato (y le agradeció a Disney por todas sus historias). Esa misma noche, y sin pensar, ella le pidió que se quedara a dormir en su casa, él cedió. Se acoplaron en el acto, llenándolo todo de ternura y timidez. Poco tiempo después ella le propuso algo más serio y él dijo que no. Ella pataleó, lloró e insistió. No entendió que forzar los tiempos, descompone los relojes, desajusta las maquinarias, entorpece la autenticidad y acaba con las inclinaciones naturales.

A partir de ese fracaso y por varias semanas ella lloró como Magdalena, culpó y etiquetó a todos los hombres, los maldijo, y llegó a la conclusión de que todos son iguales. Nunca miró en retrospectiva para entender que su lucha era en contra del viento (y del tiempo). La realidad (en un acto de egoísmo puro), era sólo como ella la necesitaba.

Fin.
(para mi queridísima Fabiola)
Imagen: "Reloj blando"
Salvador Dalí

8 comentarios:

marichuy dijo...

María

Tengo poco visitando tu blog, así que no se que tan justo sea decirte esto:

Es la historia más hermosa que te he leído. Me encantó, encontré mucho de lo que pienso y hasta he vivido (justo ahorita que acabo de tener una discusión con un amigo, sobre la crisis de la pareja, los desencuentros amorosos y demás azotes).

Ah, y a mí, más que de Disney, se me hizo como guión de película francesa; de esas esas agridulces sin final feliz

Saludos

Xénit dijo...

A mí sí me sonó a Disney en ratos...no la historia, sino la actitud de ella, influenciada por esa loca idea de que el futuro de una mujer no puede estar en singular.

Buen blog, María.

Deino dijo...

Bellisima historia. Aprender a vivir el amor a su ritmo y contexto ayudaria a disminuir el numero de divorcios.

dijo...

Tal vez, me siento como ella.
mil besos

JJ Ibarias dijo...

Esa imagen del reloj blando, de Dalí, es quizá icónica en este siglo, me fascina, gracias por ponerla María.
Tu escrito de hoy retorna a las calles ruidosas y a esos cafés entrañables, donde se cruzan miradas de amor y odio, con las caminatas apresuradas de la gente que corre tras lo que ya perdió hace mucho...

Que bonita esa parte del beso, donde todo comienza a tomar forma.. entrañable, como siempre tus relatos descriptivos, siempre será un placer leerlos.

saludos.

Unknown dijo...

Muy lindo tu relato.
Siempre he dicho que mujer que no la hace de a tos... es guey.
Pero no podemos sin ustedes.

Nos vemos mañana.

Verónica dijo...

Bellisima historia, me ha gustado descubrirte y leerte, me quedo por aqui, que soy adicta al cafe...

besotes de esta peke.

pd: te espero por mi rincon con una buena taza de cafe caliente.

EstrellaFugaz dijo...

Orale, escribes padre

Ash...Yo tambien extraño los cafecitos en la Roma y los muñecotes de los cafes...(jejeje)

Te catafixio un chilango de'sos por 10 botargas caguamones norteñones...jajaaja (mejor veinte)

Bueno tu texto...me pone a soñar un rato...saludos....

gracias por linkearme, estamos en contacto...